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.:: EL PROCESO DE FORMACIÓN EN IGLESIA JOVEN ::.
I. INTRODUCCION.
 
"Id pues, y haced discípulos míos a todas las gentes,
Bautizándolos en el nombre del Padre,
 del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado".
(Mt 28, 19-20)
 
      La Iglesia comprende a quién buscan los jóvenes, ellos buscan al "Maestro Bueno", que los guía por su autoridad moral, su testimonio y su palabra, aquél que los reconoce por su nombre y los mira con cariño, porque es bueno, el Señor Jesús.
      La pastoral juvenil conoce al Maestro Bueno que buscan los jóvenes porque ella misma va a su encuentro y le acompaña en el camino. Comprende las preguntas de los jóvenes que, aunque de diferentes ángulos, todas se refieren a los anhelos profundos de sentido. Sabe que son preguntas que se refieren a la vida plena, verdadera, perdurable.
      Los jóvenes cristianos están llamados a ser profetas y testigos del Reino en América Latina, a ser protagonistas y constructores de la nueva civilización del Amor. Somos llamados a Anunciar con jubilo la buena nueva de la fe en Jesús para que "evangelizados, evangelicen y contribuyan con una respuesta de amor a Jesucristo, a la liberación integral del hombre y la sociedad" (Documentos de Puebla 1166).
      Este tiempo es, por tanto, una ocasión única de impulso para la Pastoral Juvenil, de evangelización y convocatoria a la fe de muchos jóvenes que no están insertos en la dinámica activa del mundo pastoral. Ellos en su mayoría, no han realizado procesos de pastoral juvenil, no están habituados a su dinámica y su permanencia va a depender de cuán atractiva sea la propuesta que les presentemos y su coherencia con la experiencia del Señor Jesús que pasa por sus vidas. Los destinatarios de nuestra acción pastoral cambian constantemente, lo que nos convierte en una Iglesia vigilante, con la necesidad de acompañar en el encuentro con el Señor y el crecimiento en la fe a nuevos y numerosos jóvenes. (Cfr. Tupper A., R. "El Encuentro Continental de Jóvenes y la pastoral juvenil".)
      No podemos dejar de lado pues, que si somos una respuesta a la situación de la juventud salvadoreña, debemos fundamentar nuestra acción en una pedagogía pastoral, que tenga una propuesta de procesos integrales de formación y una metodología para realizarlos, supone una determinada forma de organización para hacerlos posibles y exige agentes pastorales especialmente capacitados para acompañarlos. Es por ello que, para ser fieles a nuestra misión evangelizadora, compete a nosotros revisar constantemente nuestra propuesta y metodología, para que sea coherente con la realidad misma del joven y siempre pueda privilegiar los aspectos que señalan las líneas de acción de la pastoral juvenil latinoamericana:
 
      * Se trata de formar a un joven maduro en la fe
      * Se trata de promover una espiritualidad del seguimiento de Jesús que sea juvenil, laical, liberadora, encarnada e integradora de la fe y la vida.
      * Se trata de vivir la opción preferencial por los pobres, lo que implica el doble desafío de hacerla realidad en la propia vida y de promover el cambio de las situaciones que provocan la pobreza;
      * Se trata de proponer como meta final, la Civilización del Amor, la construcción de una nueva sociedad;
      * No es un simple traspaso del mensaje o de una mera enseñanza de conocimientos intelectuales, sino de animar un proceso integral de maduración y de formación en la acción.
(Cfr. Civilizac. del Amor: Tarea y Esperanza. CELAM  1995).
 
II. Perfil de el Joven que queremos formar.
      La Iglesia nos enseña que muchas pueden ser las visiones acerca del ser humano, sin embargo, la verdad última es que él ha sido creado "a imagen de Dios, con capacidad para conocer y amar a su Creador" (Gaudium et Spes, 12) . Esto implica, fundamentalmente, una visión integral del ser humano, donde lo que cuenta es toda la persona y toda persona, por su dignidad de hijo de Dios, abierto a la trascendencia, radicalmente libre, profundamente relacional y, aunque herido por el pecado, abierto a la gracia y llamado, con su auxilio, a la plenitud.(cfr. Gaudium et Spes, 14 al 17.)
      La Pastoral juvenil incluye todas las implicancias de la propia dignidad y la del prójimo. Y enseña la obediencia filial ante quién nos confió los mandamientos como camino que conduce a la vida, expresada en docilidad al Espíritu de Dios y a los pastores a quienes él ha confiado su pueblo, según la medida de su corazón.
      Queremos formar jóvenes que sigan la invitación de Jesús, y que puedan asumir en su vida el proyecto de Dios, su palabra expresada desde los mandamientos hasta las bienaventuranzas, para que puedan vivir en plenitud su ser hijos de Dios. Esto implica:
 
      JÓVENES INTEGRADOS, Maduros, que sean capaces de tomar las riendas de su vida con amor y responsabilidad. Varones que asumen plenamente su masculinidad desafiados a ser hombres constructores del nuevo milenio, mujeres que viven en plenitud su feminidad para llegar a ser las mujeres constructoras de la Civilización del Amor. Que se valoren en la verdad de lo que son, que se reconozcan hijos de Dios y conozcan su propia dignidad.
 
      JÓVENES QUE SE ENCUENTREN CON JESUCRISTO VIVO, Abiertos a la trascendencia, capaces de asumir una vida de diálogo con el Padre que los ama, sencillos, con la conciencia de ser "relativos" y vivir en la confianza en el Dios que les cuida cada día. Libres, por fuera y por dentro, capaces de asumir opciones radicales y las renuncias que conllevan, capaces de desprenderse de las ataduras que les impiden ser amigos y colaboradores de Dios, que se saben necesitados de reconciliación y de apoyo, que saben que no están ajenos a la acción del pecado, y que son capaces de pedir tanto el perdón como la gracia para crecer en una vida más santa, más plena.
 
      JÓVENES QUE AMAN A LA IGLESIA, llamados a vivir en comunión, en una alianza de paz, de amistad y de vida, que viven su eclesialidad con conciencia de "ser" Pueblo de Dios. Abiertos a la participación en la comunidad local y responsables de las necesidades, materiales y espirituales, de su Iglesia.
Que valoran la presencia del Señor Jesús en los sacramentos, alegres, celebrativos y con constante vida litúrgica y que reconocen en la vida de los santos un modelo para su propia vida.
 
JÓVENES CON UN ESTILO DE VIDA CRISTIANA, Testigos del Reino, con conciencia de la dignidad del hermano, solidarios, comprometidos con los más pobres y con la promoción de la justicia, responsables del mundo que van a construir y capaces de cuestionar la sociedad desde los valores del Evangelio. Abiertos a la relación y configurados desde la relación, responsables, respetuosos y acogedores con sus hermanos; capaces de abrir su vida ante las viscitudes de nuestra historia común. Queremos trabajar en la dirección de una pastoral de encuentro con Jesús; abierta, para que todos los jóvenes puedan encontrarlo; solidaria, vivida desde el lugar de los pobres y capaz de formar jóvenes que vivan con esa libertad del Espíritu, para vivir en solidaridad y cimentar una sociedad solidaria. Una pastoral comprometida con la historia que le toca vivir, cuya formación ofrezca a los jóvenes los elementos que necesitan para vivir su proceso de toma de decisiones desde el seguimiento de Jesús; una pastoral diversa, abierta al Espíritu, que valora y favorece los carismas que Dios da. Capaz de correr valientemente los riesgos de la fe, que sea vocacional, desde la que surgen pastores y opciones de vida por la profesión de los consejos evangélicos, así como opciones maduras por el matrimonio y la constitución de nuevas familias. Profundamente eclesial y comunitaria, capaz de ser fermento dentro de la Iglesia que se encamina a la santidad.
 
III. AREAS DE CONTENIDO
      El Itinerario de formación de Iglesia joven ha sido diseñado siguiendo las líneas principales propuestas en el modelo de Itinerario para la pastoral juvenil parroquial propuesto por la comisión episcopal latinoamericana (CELAM) y enmarcada en un ambiente de espiritualidad Salesiana. Se tiene como ejes la Dimensión Humana y la Dimensión Cristiana, los cuales son a su vez desarrollados a través de cuatro áreas de contenido. Debe entenderse que estas áreas no son lo mismo que las etapas de formación, que explicaremos a continuación, sino que estas son áreas que deben tratarse durante todo el proceso de la formación, como los paradigmas que fijan hacia donde queremos llegar con el proceso formativo. Por ello les llamamos también contenidos “Transversales”, porque son desarrollados durante todo el proceso, lógicamente con diferentes matices o variando su intensidad, según la etapa del proceso que se este llevando. (Ver Grafico en los Anexos).
      Mediante estos contenidos, el proceso formativo de Iglesia Joven aporta experiencias y herramientas que permiten a los jóvenes encontrarse con Jesucristo, desarrollar y enriquecer su vida a partir de Él, generar un proceso de crecimiento que facilite el descubrimiento y la definición de un estilo de vida a la luz del evangelio y, hacia el fin del proceso, la definición del proyecto vital a la luz del discernimiento del proyecto que el Padre Dios tiene para cada uno.
      La primera área busca centrar la maduración de los procesos internos, los afectos, la lectura de la propia vida, la historia familiar y social, etc., desde una perspectiva de integración personal y estructuración de sí mismo a partir de la experiencia de fe. A esta área es lo que llamamos área de Integración Humana.
      La segunda área, Encuentro con Jesucristo, que nos hemos planteado agrupa los contenidos fundamentales de la fe, desde el encuentro con Jesucristo vivo Evangelio del Padre; así como el encuentro con el Dios que Jesús nos revela, los valores a los que Jesús nos invita a vivir, el Reino, las actitudes que el proyecto de Dios nos exige, etc.
      La tercera área se denomina Comunidad Cristiana, pues aquí se consideran todos aquellos contenidos referidos a la participación y pertenencia eclesial, a un conocimiento mayor del magisterio y de la vastedad y riqueza de la tradición de la Iglesia, así como de los hitos fundamentales de su vida, desde las primeras comunidades hasta nuestros días.
      Finalmente, valoramos una cuarta área, la del estilo de vida cristiana. Esta área agrupa aquellos contenidos que desarrollan y definen un estilo de vida evangélico para, desde ahí, los jóvenes desarrollen una mirada crítica sobre las dinámicas sociales y culturales, personales y familiares, sus signos de vida y de muerte.
 
Área 1: Integración Humana
      ¿Quién soy yo?, ¿Para qué vivo?, ¿Hacia dónde voy?, son preguntas que tarde o temprano todos los jóvenes sin distinción se plantean. En Iglesia Joven compartimos plenamente la visión de la pastoral latinoamericana que expresa que “es fundamental que los jóvenes tengan la posibilidad de desarrollar y de madurar los rasgos de su personalidad, que le permitan un mayor crecimiento en su relación con Dios, consigo mismo, con los demás, con el mundo y con la naturaleza” (Cfr. Espiritualidad y misión de la Pastoral Juvenil, SEJ CELAM pp. 33 y ss.)
      Como todo proceso de integración, desarrollo y toma de conciencia de la propia identidad, ésta es progresiva, y supone desafíos a ser resueltos de un modo paulatino. El desarrollo de esta faceta del itinerario formativo implica la necesaria, aunque progresiva, toma de conciencia del joven de la necesidad de reconciliarse con Dios y con su hermano. Muchos de los conflictos que se manifiestan son la huella que tanto el pecado personal como el pecado social van dejando en nosotros. En este punto es donde se invita a los jóvenes a abrir su corazón y su vida a la acción salvífica de Dios, a comprometerse en una vida más plena permitiendo la acción de la gracia en cada uno de ellos.
 
Área 2. Encuentro con Jesucristo.
      En esta área hacemos referencia a la importancia de los contenidos fundamentales de la fe, a partir de aquél que los presenta: Jesucristo. Queremos presentar a Jesús de Nazareth, al hijo de María, hermano nuestro y ungido del Espíritu Santo; Él es quien proclama el Reino y es quien nos revela al Padre. Porque quién le ve, ve al Padre (Cfr. Ecclesia in America 10).Y nadie va al Padre sino por él. Jesús despojándose de su condición divina se entregó para salvación del mundo, anticipando con su resurrección la restauración definitiva de toda la creación. Partimos de la premisa que dice: “Nadie Ama aquello que no conoce”, por lo que se busca que a medida que el joven conozca y se acerque cada vez más a Jesús de Nazareth, encuentre una identificación plena con Él, y al mismo tiempo asuma la vida de Jesús como modelo de vida.
 
Área 3. Comunidad Cristiana.
      La tercera área de contenidos incluye tanto la experiencia de la fe vivida en comunidad, así como todo aquello que está referido a la participación y pertenencia eclesial, la experiencia comunitaria al servicio de la comunidad y la vida sacramental.
      Ciertamente que al referirnos a la comunidad cristiana en el marco del itinerario formativo hemos de referirnos a dos aspectos particularmente sensibles al inicio de este camino: la comunidad, enriquecida por el Espíritu con carismas y ministerios, que sale en misión, a anunciar y transmitir su experiencia del Señor resucitado; y, en consecuencia, la comunidad que acoge y que recibe, que se encuentra abierta en su conjunto y que acompaña el caminar de aquellos que se acercan a su seno. La estructura del grupo en comunidades de referencia (Jerusalén, Antioquia, Roma, Efeso, Corinto, Tesalónica) potencia estos aspectos, así como la pertenencia a la gran comunidad que es nuestro grupo juvenil Iglesia Joven, semilla del reino de Dios y de nuestra Santa Iglesia Católica.
 
Área 4. Vida cristiana.
      Todos aquellos elementos que definen tipos de relación, las opciones vitales, valores, hábitos, modos de ser y de relacionarse, etc., son susceptibles de ser experimentados a partir de la experiencia de Dios. No hay ámbito de la vida en el que Dios no tenga cabida. Por esto decimos que la espiritualidad es estilo de vida, el estilo de vida expresa una espiritualidad. Y es así que la espiritualidad será la que dará el marco para todos aquellos contenidos que se refieren al robustecimiento interior, al crecimiento interpersonal y al compromiso con los más necesitados, la promoción de la justicia, el contraste con los valores del mundo actual y el desarrollo de la vocación social de los jóvenes. La tarea es descubrir y experimentar y vivenciar la propia vida como el lugar donde desarrollar esta espiritualidad: el encuentro con el Señor Jesús, el estilo de vivir y transformar proféticamente, animados por el Espíritu Santo, nuestro mundo y la sociedad en la que vivimos; y el modo de cultivar la experiencia del amor de Dios Padre.
      Esto en una triple dirección: por una parte, despertando la dimensión social de la fe en los jóvenes creyentes, ayudando a tomar conciencia de que no es posible vivir el Evangelio al margen de la realidad o reduciéndolo a una experiencia interior sin consecuencias. Por otra ayudándoles a los jóvenes a descubrir en esa realidad herida por el pecado que afecta su vida cotidiana, las semillas del Verbo, el mensaje del Evangelio y la persona de Jesús. Y finalmente avanzando hacia un compromiso ético que se desprende de esa espiritualidad, para la presencia y la acción del cristiano en el mundo, con opciones radicales a la luz del Evangelio. Para así, contribuir al fermento del Reino de Dios, Señor de la historia, en medio nuestro.
 
Consideraciones permanentes al abordar los contenidos.
      Al abordar los contenidos del proceso de formación de la pastoral Juvenil, creemos importante que la aproximación se realice a partir de ciertos contenidos transversales, sobre todo a la hora de actualizarlos en temas concretos para los jóvenes. El hecho de estar realizando un proceso de formación en la fe, implica transmitir una serie de contenidos permanentes y concretos que ayuden a establecer "hábitos" y a estructurar los demás contenidos a fin de que puedan proyectarse en el tiempo, de forma que los jóvenes puedan integrarlos posteriormente en las distintas situaciones de vida que les toquen.
 
      1. La oración personal y comunitaria. “La oración es un dialogo directo con Dios, es el impulso del corazón, […] es un grito de recogimiento y de amor, tanto dentro de las pruebas como dentro de las alegrías, es la elevación de las almas hacia Dios” (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, num. 2558). Siguiendo el modelo de Jesús que enseño a sus discípulos a orar, En Iglesia Joven, queremos que los jóvenes descubran en la oración, la inagotable fuente de espiritualidad que anima y sustenta nuestro caminar, que experimenten a través de ese contacto directo que se vive de manera personal y también de manera comunitaria, como el Espíritu Santo llena las almas en la oración, e ilumina los pasos de nuestro grupo. Queremos también que los jóvenes sientan la confianza firme de que puede avocarse a Dios por medio de la oración, para entregar a Él, todas las cargas y problemas que a veces la vida pueda presentar, y que pidan al Señor que su voluntad se manifieste siempre en sus vidas.
      2. El conocimiento de la Palabra de Dios. Aspiramos a que los jóvenes se formen progresivamente en el camino del conocimiento y aceptación de la voluntad y de la sabiduría de Dios. Estos años de formación han de servir para que el joven conozca la Sagrada Escritura, paulatinamente y por etapas, tanto el Nuevo como el Antiguo testamento.
      3. Mirada histórica, conciencia de pertenencia. Por lo dicho antes creemos que recoger la historia personal, comunitaria, social, en el contexto de la historia de la salvación, permite profundizar en una conciencia de dinamismo de los procesos, pertenencia comunitaria e identificación de la propia comunidad.
      4. Educar con los testigos de la fe. Creemos fundamental, en todo proceso formativo, iluminar y motivar a partir de aquellas personas que han integrado en su experiencia de vida los elementos que consideramos relevantes y que queremos que los jóvenes asimilen. Ocupa un lugar muy importante en esta lista la figura de María, modelo de creyente. Su vida nos transmite Amor, esperanza y fe. También siendo formados en una casa Salesiana, la vida de San Juan Bosco es un testimonio vivo de Evangelio, su vocación por los jóvenes y la enseñanza del sistema preventivo y el carisma salesiano inspiran en forma permanente el desarrollo de nuestro proceso formativo. Axial también otros santos de la Iglesia que nos hablan de la riqueza espiritual a través de los siglos. En un contexto propiamente salvadoreño, el testimonio de nuestros mártires es muy valioso para iluminar y motivar el seguimiento y el compromiso por el Reino, tal es el caso de Mons. Romero, por ejemplo.
      5. Educar para ser persona responsable. Es importante también considerar el proceso de hacerse cargo de los procesos madurativos que van abriendo nuevas posibilidades y vocaciones, las propias opciones, asumir desde dónde se realizan las valoraciones y crecer en la conciencia de ser sujeto, ante sí y ante los otros.
      6. Educar con la pedagogía litúrgica. Junto con la centralidad de la Eucaristía, adquieren particular relevancia los sacramentos de la Reconciliación y la Confirmación. Así como los grandes tiempos y las grandes fiestas de la fe: Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua, y particularmente Pentecostés, que tiene especial relevancia en nuestro grupo, no solo por el hecho que en cada Pentecostés celebramos un aniversario más de la fundación de nuestro grupo, sino más aun, porque somos un fruto del Espíritu Santo, su presencia debe sentirse fuerte entre nosotros, y  la experiencia de aquella primera comunidad, reunida en torno a la fe y la oración, que reciben el soplo de amor del Espíritu de Dios y sus dones, inspira profundamente nuestro propio proceso de crecimiento espiritual.
      Estas seis consideraciones no tienen un orden jerárquico estricto. Las seis van entrelazadas en la vida pues hacen crecer simultáneamente. La gradualidad queda expresada en la forma en que vamos madurando en cada una de ellas, cómo se van armonizando hasta reflejar un todo en la vida de cada uno.
 
IV. ETAPAS DEL PROCESO
 
(Continuará en una posterior entrega).
 
 
   
 
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